Llama la atención que Naciones Unidas no haya señalado un día internacional dedicado a las
mascotas y animales de compañía, pero a cambio las redes sociales marcaron en 2010 el 20 de febrero como “Día Internacional del Gato”. En España los perros celebran su día el 18 de julio.
Si echamos un vistazo al calendario comprobaremos que, junto al santoral, raro es el día en que a propuesta de la ONU o de alguno de los múltiples organismos dependientes de Naciones Unidas y con el voto mayoritario de la Asamblea General, no se celebra un día de ámbito internacional o mundial.
El objetivo de estas celebraciones es básicamente sensibilizador y recordatorio, porque lo que se pretende es que durante al menos veinticuatro horas todos los gobiernos y ciudadanos del mundo pongan el punto de mira en un asunto o problema específico consiguiendo con ello que caiga en el olvido y promoviendo actitudes y medidas correctoras concretas.
Pero entre tantos días “internacional” y “mundiales” llama la atención que no figure ninguno dedicado a las mascotas y animales de compañía, que serviría para una sensibilización general y para promover comportamientos positivos en torno a la adopción, la tenencia responsable, el bienestar de los animales y la defensa de sus derechos. Por ahora lo único que hace referencia a nuestros perros y gatos es el Día Mundial contra la Rabia propuesto en su día por la OMS y que todos los años se celebra el 28 de Septiembre.
Y mientras la ONU decidía implantar de forma oficial el día de nuestras mascotas las redes sociales tomaron el mando decidiendo en 2010 que el 20 de febrero se convirtiera de forma oficiosa en el “Día Internacional del Gato” en dura competencia con el 8 de agosto, que era la fecha que en 2002 había elegido con los mismos fines el Fondo Internacional para el Bienestar Animal (IFAW). ¿Pero por qué el 20-F?
Porque ese día murió Socks, el gato blanco y negro que el presidente norteamericano Bill Clinton había recogido de la calle y que se convirtió en una de las mascotas más populares en la historia de la Casa Blanca. Tanta era su fama mediática que a su muerte los seguidores y fans de Socks decidieron homenajearlo declarando el 20 de febrero como el Día Internacional del Gato.
Por el momento los perros no cuentan con su día, aunque hay que decir que el último domingo de abril sí que se celebra el Día Internacional del Perro de Rescate y que en España, por ejemplo, el Día del Perro se celebra a nivel nacional el 18 de julio.
En homenaje a tal día os dejo un articulo de seis escritores famosos que amaron a sus gatos.
El mundo del arte siempre ha sentido fascinación por el gato, así que no son pocos los pintores, escultores, fotógrafos y músicos que se han sentido atraídos por él.
También los escritores forman parte de ese grupo tan especial porque a través de sus palabras han dejado patente su amor por los gatos y el gran vínculo que establecieron con ellos.
Son innumerables los literatos que tuvieron gatos o los consideraron en su obra; sin embargo, nosotros vamos a centrarnos en un grupo cuyas fechas de nacimiento guardan cierta relación: Hemingway y Borges, que nacieron en 1899; Burroughs y Cortázar, que nacieron en 1914, y Bukowski y Bradbury, que nacieron en 1920.
Ernest Hemingway.
En 1899 nació en Illinois uno de los escritores y periodistas con mayor proyección internacional de todos los tiempos y que acabó con su propia vida en 1961.
Ya desde su destino militar a Italia durante la I Guerra Mundial, la vida de Hemingway tuvo grandes vínculos con Europa –vivió durante años en París y Venecia–, y tras una visita a Pamplona en 1923, quedó fascinado por la cultura española, de modo que en 1937 aceptó ser corresponsal de nuestra Guerra Civil.
El Premio Nobel de Literatura de 1954 dijo de los gatos que “tienen una absoluta honestidad emocional; los seres humanos, por una razón u otra, pueden ocultar sus sentimientos, pero el gato, no”. De esto seguro que era un experto, ya que llegó a tener más de cincuenta gatos.
Jorge Luis Borges.
Nació el mismo año que Hemingway y murió en 1986. Con apenas 30 años consiguió el Premio Municipal de Poesía de Buenos Aires, lo que supuso el inicio de una carrera literaria llena de premios y méritos, como ser nombrado catedrático titular de la Universidad de Buenos Aires, doctor honoris causa por la Universidad de La Sorbona o la Gran Cruz de la Orden de Alfonso X el Sabio, entre otros muchos.
Además de afamado filósofo, Borges fue un gran poeta y, como buen amante de los gatos, alguna poesía les dedicó. Este es el caso de “A un gato”: “El gato blanco y célibe se mira / en la lúcida luna del espejo / y no puede saber que esa blancura / y esos ojos de oro, que no ha visto / nunca en la casa, son su propia imagen”. Muy probablemente se refiriera a Beppo, su gato blanco, al que llamó así por el gato de Lord Byron.
William S. Burroughs.
Perteneciente a una familia acomodada estadounidense, nació en 1914 y falleció 1997. La obra de Burroughs fue convencional en su forma al principio, pero no su temática, ya que escribió una obra titulada “Queer” (“Marica”), que no vio la luz hasta 1985.
No obstante, este no fue el único tema polémico y “políticamente incorrecto” en su época, también escribió mucho sobre sus adicciones a sustancias como la heroína. Quizá por eso en sus obras había personajes humanos y extraterrestres, así como seres inorgánicos y demonios.
Más en relación con el tema que nos ocupa, William S. Burroughs escribió “Gato encerrado”: “Soy el gato que camina solo. Y para mí todos los supermercados son lo mismo. El gato no ofrece servicios. El gato se ofrece a sí mismo. Por supuesto que quiere cuidado y refugio. No se compra al amor por
nada. Como todas las criaturas puras, los gatos son prácticos.”
Julio Cortázar.
Bruselas fue la ciudad que lo vio nacer en 1914, lugar donde estaba destinado su padre como personal de la embajada argentina en Bélgica. Tras estallar la I Guerra Mundial, se trasladaron a Buenos Aires, donde vivió gran parte de su vida, si bien murió en París, en 1984.
Cortázar no sólo destaca por su obra literaria, sino también como traductor, actividad que le reportó gran prestigio internacional. De hecho, la traducción que hizo de la obra de Edgar Allan Poe se considera la mejor que se ha hecho al castellano hasta el momento.
Cortázar amaba a los gatos y los tuvo en cuenta en su obra: “No estaba privado de felicidad; la única condición era coincidir de a ratos (el camarada, el tío excéntrico, la vieja loca) con otro que tampoco calzara de lleno en su matrícula, y desde luego que no era fácil; pero pronto descubrí los gatos, en los
que podía imaginar mi propia condición, y los libros donde la encontraba de lleno”. Muy elocuente si tenemos en cuenta que Cortázar dijo de sí mismo que “parecía haber nacido para no aceptar las cosas tal como le eran dadas”.
Henry Charles Bukowski.
Nacido en Alemania (su nombre original era Heinrich Karl) en 1920, falleció en California a la edad de 73 años. Es considerado uno de los autores más influyentes del “realismo sucio” americano, y su obra, tan criticada como aplaudida por su estilo soez, está teñida de matices propios de la vida urbana que llevó en Los Ángeles.
Bukowski adoraba a los gatos y de ellos escribió que “cuantos más gatos tengas más vivirás. Si tienes un centenar de gatos, vivirás diez veces más que si tienes diez. Algún día esto será descubierto y la gente tendrá mil gatos y vivirá para siempre”. Claro que, fiel a su estilo transgresor, apostillaba: “Es realmente ridículo”.
Además de novelas, poesía, ensayos y colaboraciones periodísticas, de su obra destacaríamos “Gatos”, una antología que incluye poemas, fragmentos de cuentos, novelas, diarios y cartas publicada por Visor en 2016.
Ray Bradbury.
Illinois fue el lugar que lo vio nacer en 1920 y Los Ángeles fue la ciudad que lo despidió en 2012,
con lo que se trata del más longevo de los literatos que nos ocupan en esta ocasión y que permaneció activo casi hasta el final.
Bradbury, que se definía como un “narrador de cuentos con propósitos morales”, escribió novelas de diversos géneros (como el policíaco y el costumbrista), aunque es más conocido como uno de los escritores clásicos de ciencia ficción y, por supuesto, la inolvidable “Fahrenheit 451”.
Una de sus últimas obras fue “El signo del gato”, publicada en 2005, y de este animal dijo “Ese es el gran secreto de la creatividad. Trata a las ideas como a los gatos: haz que te sigan”
No hay comentarios:
Publicar un comentario